Hola, amiga mía:
Últimamente te he recordado muchísimo; es que van pasando los
años demasiado rápido o tal vez sea que con tanto ocio aburrido ahora tengo más
tiempo para mí, para mis recuerdos y me entra la nostalgia de los tiempos que
habíamos vivido juntos a escondidas cuando éramos jovencitos, de tantas y
tantas horas que hacíamos el amor sin parar, sin problemas, sin angustias,
ocultos de los demás en nuestro nido secreto, y fieles a este pacto de silencio
que hicimos para que no se enteraran los demás,…cómo echo de menos aquellas
tardes que nunca nos cansábamos de hacer juntos el amor, comiendo mariscadas a
los discretos ojos de los criados, riéndonos y hablando de los últimos
cotilleos y escándalos de la corte. Claro que tú eras sólo unos pocos años
mayor que yo, y me pudiste enseñarme todas las artes libertinas del amor,
¿dónde aprendiste esas cosas?, me estuve siempre preguntando. ¡Uff! Lo que
daría ahora, por una sola de aquellas tardes que pasábamos juntos, los dos
desnudos encima de la cama, haciendo el amor, y después de aquello, los baños calientes
que nos tomábamos juntos, para que nuestros criados volvieran a vestirnos y
llegar a tiempo para la cena en los palacios de nuestros respectivos padres,
que no sabían de nuestro pasatiempo favorito y secreto. Cómo me gustaba tocarte
las tetas, tu coño, tu ombligo, toda tu piel,…cómo me gustaba que me tocaras y
acariciaras mi miembro, las caricias que me hacias por todos los lados,…que me
comieras a besos todo el cuerpo,…¡cómo me gustaba!. Fue una época muy bella, éramos
adolescentes, las hormonas nos hervían, las pasiones las sabíamos satisfacer
sin represiones ningunas, sin curas ni monjas a nuestro alrededor ni demás mojigatos de doble moral. Y es que contigo es
con quien aprendí a hacer el amor, a saborear las mieles de poseer a una mujer,
a ser ese libertino insaciable que se bebe cada gota de la vida, cada gota del
amor, cada gota de la pasión, sorbo a sorbo, saboreando lo mejor. Y para que
luego nos digan “carpem diem”.
¿Qué habrá sido de ti?, ¿te casaste al fínal con aquel
marqués que te impuso tu señor padre?. ¿Has sido feliz?, ¿has tenido hijos?,
¿también tienes tus amantes secretos, en algún dormitorio oculto de tu palacio?.
Son tantas preguntas sin respuestas, por lo que espero volver a verte algún
día, y volver a retomar nuestra amistad, revivir la feliz época que fuimos amantes, que nunca he
olvidado ni borrando de mi mente, ni de mi corazón, la inmensa pasión y cariño
que sentí por ti, porque me lo pasaba muy bien disfrutando contigo, y eso me
enseñó a ser mejor persona, a saber ser agradecido por los placeres que luego
me deparó la vida, y en la que tú influiste muy positivamente en mi vida.
Aprendí que la vida era disfrutar al máximo de los placeres de amor de las
mujeres más bellas, entregadas y apasionadas. Claro que he besado, abrazado,
penetrado y poseído a muchas otras mujeres que también me gustaron mucho y
pienso que las he hecho felices, sin desperdiciar la vida, tanto la de ellas,
como la propia. Pero no te he olvidado, y….¿qué quieres que te diga?,….¡amantes
para siempre!,….. es lo mejor que se me ocurre. Ya sabes que yo nunca he sido
ingrato, y que circunstancias ajenas a nosotros nos separaron.
Hoy te escribo para decirte que si quieres revivir un
reencuentro en lo que fue nuestro lecho secreto del amor, sólo tienes que
indicarme la fecha y la noche que deseas hacerlo. Te estaré esperando. Y te
tomaré, te poseeré insaciablemente, y te dejaré extasiada de placer, con mejor
y más revivida pasión que en nuestros
viejos tiempos. Y cuidado que no se entere nadie, como cuando era el secreto de
nuestros viejos tiempos. ¿Qué me responderéis a mi preposición, señora
Marquesa?
Con cariño te recuerda tu amigo y ex amante, le Vizconde du
Valmont.