Querida:
Esta noche me hago pajas mentales, recordando
aquellas noches en las que juntos que estábamos abrazándonos, besándonos,
acaricándonos, penetrándonos. Un pensamiento que de ninguna manera se me va de
la cabeza. ¿Qué nos puede separar, si nuestro amor no tiene final?
No me gustaría que nadie se interponiera entre
nosotros, que nadie intentara separarnos, porque si alguien se atreviera, pues
no sabría que decirte de lo que haría. Sólo sé que mi decepción sería muy
grande, que me sentiria muy subvalorado por ti, y mira que celoso no soy porque
sé que nadie podría amarte con tanta pasión y entrega coo yo.
Lo nuestro, cariño, fue una bella casualidad
que nadie la planteó, y que simplemente sucedió. Gracias a que tu me hiciste
caso, cogiste confianza en mí, y te entregaste, llegando a saber y entender
rápidamente cuáles eran mis deseos como hombre que yo quería de ti como mujer.
Pero ahora que no estás aquí, me siento muy
solo, y solamente pensando en ti y echando de menos esos abrazos, besos, caricias
y folladas tuyas, que muy buena me hacen falta ahora. Y recordando esos
intensos momentos de encendida pasión en los que junto a ti me sentía como en
el paraíso. No quisiera pensar que esas cosas que me hicieron feliz se fueron
contigo a buscar otro nido. Me es imposible olvidarte cuando contigo que sido
más feliz que con cualquier otra mujer.
Solo decirte que esta noche me siento muy solo,
pero tengo el consuelo de tus recuerdos, de aquellos momentos que me abrazabas
y estaba pegado a ti. Y tan solo espero que regreses muy pronto a nuestra cama,
a nuestro nido secreto, del cual quiero tener de nuevo el placer de volverte a
ver desnuda, fundirme junto a ti y volver a disfrutar de ti. Por eso no sólo te
recuerdo, sino que además te estoy esperando con desesperada impaciencia.
Te quiere tu
amante, le Vizconde du Valmont.
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