Querida:
Después de tantas noches esperándote, y tú sin
aparecer, cada vez que me asomo a la ventana a ver si llega tu carruaje, y no
veo nada, mi vista se fija en la luna. Parece como si la luna se haya hecho cómplice
de la desesperada espera a la que me sometes. Parece como si ella lo supiera
todo de mí, de mi amor por ti.
Parece como si ahora la luna y yo nos hubiéramos
convertido en los nuevos amantes secretos. Ella sabe de mi penar y de mi
felicidad por ti, ella sabe todo lo que me haces sentir, y también todo lo que
me haces llorar.
Como estás lejos de mi, y todas las noches
salgo a la ventana para ver si vienes, a ella la veo siempre, que tan
desesperado estoy de una espera que nunca aparece, que creo que voy a cambiarte
por la luna para amar.
Parece como si la luna y yo nos hubiéramos
convertido en una buena pareja, como si tuviéramos sellado un pacto secreto de
complicidad: ella siempre está allí arriba y nunca me defrauda con su
presencia, pues sé qué días aparece y cuales no aparece, pero a ti ahora ya
nunca te veo, con lo que amarte siempre me duele.
Ahora comprendo cuando aquellos que decían que
el amor muchas veces viene acompañado por el dolor tenían toda la razón.
¿Volverás otra vez conmigo?.
Te ama, te recuerda, te solicita y te espera,…tu
amante, le Vizconde du Valmont.
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