Querida:
Cuando estaba contigo, cada mañana me
despertaba con una dulce alucinación. Me alucinaban tus labios traviesos, que
exploraban toda mi piel mientras todavía dormía, hasta que no sabía si eran tu
lengua o tus labios los que interrumpían mi sueño..
Me alucinaban tus manos, recorriendo mi piel,
que me acariciaban suavemente, siempre volviéndome a encender mi pasión por ti.
Me alucinabas con tu cuerpo que se entregaba al
mío, y después de un maratón de besos, de abrazos, de caricias, de entregas mútuas,
nos caíamos agradablemente rendidos y dormidos tras unos intensos orgasmos.
El recuerdo de tu cariño me ilusiona, me hace
imaginar que pronto volverás para que vuelva a poseerte, para que te entregues
totalmente a ti.
Por eso nuevamente esta noche te espero en
nuestra alcoba secreta, en el lugar donde sólo tú y yo sabemos, lejos de todos
aquellas gentes que no nos dejan vivir nuestro amor.
Te quiere con todo fervor tu amante, le
Vizconde du Valmont.
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