sábado, 4 de mayo de 2013

MENSAJE 80


Querida:

Ayer recibí una misiva de tu abogado donde me invitaba a enumerar los bienes comunes, con el fin de comenzar el proceso de disolución de nuestro vínculo matrimonial.

A continuación te remito dicha lista, para que puedas solicitar la certificación al Notario  y tener listos todos los escritos antes de la comparecencia ante el tribunal de la rota. Como verás a continuación, he dividido la lista en dos partes. Básicamente, un apartado con las cosas de nuestro año y medio de matrimonio con las que me gustaría quedarme y otra con las que te puedes quedar tú.

Para cualquier duda o comentario que quieras hacerme, ya sabes que puedes enviarle un mensaje a mi secretario, o a la asistenta que te escribe la carta que le estoy dictando, apoyándola sobre mi firme culo, como es costumbre, y en cuanto sepa lo que falta, estaré encantado de repasar la lista contigo.

COSAS QUE DESEO CONSERVAR:

- La encantadora emoción de caballo que sentí cuando te vi por primera vez en el baile de Versalles.

- El leve rastro del carísimo perfume que compraste en Grasse, y que se quedaba flotando por todo el palacio en toda la mañana, cuando bajaste por las escaleras para el baile del rey,  y de cuando yo aún no me atrevía a dirigirte la palabra de lo pasmado que estaba de verte tan bella.

- El movimiento de cabeza con el que aceptaste mi invitación a bailar.

- La mancha de colorete que dejaste en mi almohada la noche que por fin dormimos juntos por primera vez.

- La promesa de que yo sería el único que besaría la constelación de pecas de tus voluptuosos pechos.

- El pequeño mordisco que dejé en tu cuello y tuviste que disimular con maquillaje porque tu vestido de novia tenía un escote de palabra de honor.

- Las gotas de lluvia que se enredaron en tu pelo durante nuestra luna de miel cuando visitábamos de incógnito el maloliente Paris.

- Todas las horas que pasamos mirándonos, besándonos, hablando y tocándonos. (También las horas que pasé simplemente soñando o pensando en ti, y todas las incontables pajas que me hice por ti cuando no estabas conmigo).


COSAS QUE PUEDES CONSERVAR TÚ:

- Tus absurdos silencios.

- Aquellos besos tibios, emponzoñados, y faltos ya de pasión cuyo ingrediente principal era la rutina.

- El sabor amargo de tus insultos y reproches, en especial cuando me dijiste que era un “corto” y que no soportabas el olor de mis sobacos, cuando me pasaba el santo día en la primera línea del frente por las guerras que tenía que librar en nombre de Su Majestad el Rey.

-El protocolo gilipollas con el que no me dejabas comer natural, tranquilo y a mi gusto, cuando no teníamos visitantes.

- La sensación de angustia al estirar la mano por la noche para descubrir que tu lado de la cama estaba vacío, y no sabía si estabas no sé con qué marqués, o con el jardinero.

- Las nauseas que trepaban por mi garganta cada vez que notaba un olor extraño en tu ropa.

- El cosquilleo de mi sangre pudriéndose cada vez que te encerrabas en tus aposentos para escribirle kilométricas cartas a no sé qué amante tuyo. Y la misma angustia que me causaba cuando no recibía respuesta a los largos mensajes que te escribía.

- Las lágrimas que me tragué cuando descubrí aquel arañazo ajeno muy cerca de tu coño. Lo mismo la mordida que ví en tu culo, pero que no era la mía, precisamente.

- Luis y Antonieta, los nombres en honor de nuestros Reyes que nos gustaban para los hijos que nunca llegamos a tener por tu falta de voluntad en tenerlos.

-Tu gusto por relacionarte con viejos, bipolares, borrachos, y demás ralea que a mi no me llegaban ni a la suela del zapato.

-Con respecto al resto de objetos que hemos adquirido y compartido durante nuestro matrimonio (el palacio, la cuadra, los coches con los lacayos, etc) solo quiero comunicarte que puedes quedártelos todos, incluída la dote que me dio tu padre. Al fin y al cabo sólo son eso:… Objetos. Quédatelos todos, ya que yo tengo de sobras todas aquellas cosas materiales y espirituales, que te las pude dar a ti, pero que llegada la ocasión se las voy a dar a otra dama más honesta y entregada, que a diferencia de ti, me demuestre siempre que me quiere, que me valora, que me aprecia, y que se lo merezca más.

Por último, recordarte la dirección de mi asistenta, para que tu letrado pueda contactar con ella, y ambos se ocupen de presentar el escrito de divorcio ante el tribunal de la rota para ratificar nuestro convenio de divorcio. ¿Algo más que tengas que alegar o reclamar, cariño?

Afectuosamente, le vizconde du Valmont.