lunes, 22 de julio de 2013

MENSAJE 89



Querida:

Seguramente te estarás preguntando ¿qué estoy haciendo cuando estoy solo y no te tengo a ti?. Pues cuando estoy solo, es que realmente estoy solo y no estoy con otra cortesana. Entonces me sumerjo en un mundo creado en mi mente, lleno de amor y ansias de volver a verte. En ti estoy pensando a todas horas. Mi imaginación teje unas escenas, donde puedo amarte y ahí te puedo tener.

Cuando estoy solo, no hago otra cosa que pensar en ti, se me eleva mi imaginación, y haciéndome esas “pajas mentales” siento que hasta puedo ser tuyo en esos momentos de soledad, que puedo darte mi amor. Es como si estuviera soñando despierto. Entonces es como si mis hormonas se aceleraran, sólo esperando a que regreses para que se acabe esta anhelada espera de volver a verte, a abrazarte y a besarte. El que espera desespera, dicen, pero yo espero muy ilusionado, porque sé que esta noche podré volver a verte y a reencontrarme contigo.

 Cuando estoy solo, siento como si pudiera respirarte, impregnándome de tu aroma, de aquel que una vez te regalé de “la mujer que llevas dentro” a aquel perfumista de Grasse, y que me costó casi la mitad de mi fortuna. Entonces me acuerdo de tus olores, y hago míos tus deseos, y me siento como si te amara de mil formas diferentes. El de tu coño es uno de tus olores que más me excitan, pero descuida, que no caiga esta carta en manos de un tal Napoleón, que luego me lo copia, y se lo aplica a una tal Josefina. Por lo menos yo aprendí de él a escribirte mis cartas, dictándole a media docena de secretarias, muy bellas todas, pero que nada pueden envidiar en tu hermosura y en la insuperable belleza de tu personalidad.

Cuando estoy solo, mis sentidos parecen estar más alerta, ya que están despiertos por ti, deseando que estuvieras por aquí, para poder abrazarte y sentir el calor de tu cuerpo, y poder besarte para sentir el calor que desprenden tus labios.

 Estando solo, cariño, no hago otra cosa que estar esperándote para esta noche, para darnos estos festines insaciables de sexo, hasta que nos dejan exhaustos y los dos quedamos felizmente dormidos cogidos de la mano.

Te espero esta noche en nuestro lecho secreto, lejos de las miradas de esos que creen saber lo nuestro, y que no nos quieren dejar que vivamos nuestro amor. Nadie tiene por qué saber sobre nuestro encuentro, que nos es mutuo y sólo nos pertenece recíprocamente a los dos.

 Me encanta estar contigo, en este mundo que sólo es nuestro, donde sólo estamos tú y yo, y por eso nadie más debe de saber de lo nuestro.

Te envío una buena ración de besos cariñosos (el resto te los daré esta noche en nuestra cama secreta).


Te espera y te quiere tu amante, le Vizconde du Valmont.


No hay comentarios:

Publicar un comentario