domingo, 15 de septiembre de 2013

MENSAJE 101



Querida:

¡Qué solo me siento sin ti!. Es como si hubiera iniciado una larga travesía del desierto, como vienen diciendo por ahí cuando saben que el fracaso ha sido como el certificado de derrota que llevo escrito en el semblante triste de mi rostro. Sé que te he perdido, pero por alguna razón misteriosa se me hace imposible olvidarte y reconocer mi derrota.

Pero lo llamen como lo llamen, yo he decidido iniciar esa cosa que llaman  “travesía del desierto”, sabiendo que de tanto caminar puedo llegar a morirme de la sed de tu amor, y que encontrarte a ti puede que llegue a ser ese espejismo inesperado de ilusiones que veo, pero que no existen.

¿Llegaré a tener tu agua, llegaré a encontrar ese manantial que si no lo encuentro el sol acabará por abrasarme con toda su crueldad, como si este tuviera que ser mi triste destino?

Pero sabiendo que si no me muevo terminaré igualmente por morirme de sed y terriblemente quemado, sé que no puedo retroceder, y que no me queda otro remedio que seguir adelante en tu desierto, aunque no sé cómo terminaré. Prefiero morirme con las botas puestas y quemadas, antes que renunciar a la esperanza de tu amor.

Recuerdo aquellos tiempos tan felices que me interné en ti, que te amé con toda pasión, que por un tiempo fuiste mi oasis, pero que esto duró muy poco, que muy pronto me lo quitaste ese manantial de tu amor, sin el cual me muero y no puedo vivir. No soy un camello, lo reconozco: sin que de vez en cuando no me des unos cuantos sorbos de tu amor, no voy a poder vivir. Mi vida sin ti es como un tormento abrasador.

Pero mientras tanto ahora yo seguía caminando, mientras me sostenía un hálito que me quedaba en mí, ahogándome en tu arena, aunque a cada paso que daba, se me iba secando un trozo más de mi pobre alma.

¡Qué dura fue esa travesía del desierto!, ni siquiera por las noches la luna fue un gran consuelo para mí, ya que ni refrescaba mi cuerpo, ni alumbraba mi sendero que había que llevarme hacia tí.

Entonces comprendí que amarte a ti fue la prueba más difícil de todas las que viví,…fue como querer vivir sin agua,….porque precisamente tu amor era el agua que necesitaba para que refrescara y acariciara mi cortada boca, seca y sedienta de tu amor, de tus besos, de la caricia de tu lengua,….

Me hubiera gustado que tu amor me fuera leal, que sólo fueras para mí, quería estar seguro de que te quedaras conmigo. Pero hube que aprender que en el amor todo era incierto, y que por mucho que alimentara el fuego de lo que fue nuestro amor, cuando menos me lo esperaba una caprichosa tormenta de arena me lo apagaba.

Ya sé que tendría que mentalizarme de que eso termino, pero yo sigo caminando, adentrándome en tu arena, a pesar del daño, pues como dijeron los antiguos “mientras hay vida hay esperanza”, y me pregunto ¿si consigo superar esa larga e incierta travesía del desierto, habré conseguido la esperanza de recuperar tu amor?.

Sediento de tu amor, te recuerda, te ruega y te desea intensamente tu ex amante, le Vizconde du Valmont. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario